25.9.08

A night for one´s own

"No creo en nada. No espero nada. Soy libre."
-Antonio Tabucchi

Esta noche fue para mí. Después de mi ponencia tenía varias opciones. Una de ellas era irme de fiesta con algunos amigos no tan cercanos que vinieron al Congreso, otra era pegarme a una cena que había con algunos profesores. Pero preferí caminar por ahí y perderme por las calles de esta ciudad que tanto me gusta.

Además, se me antojaba conocer el restaurante del Hotel Boutique "La Casona de la China Poblana", y el hecho de estar sola no tenía por qué impedírmelo. Así que después de la última conferencia del día me fui a una tienda de dulces que están frente a Catedral a comprar una galletita de de almendra (ya descubrí su nombre oficial: tortitas de santa clara). La comí despacio, disfrutándola como hace mucho no lo hacía.

Caminé como una hora, y en cuanto me cansé me puse a buscar el restaurante. L
levaba varios años sin salir a comer o a cenar sola. Y no puedo negar que, al principio, resultó un poco extraño: el mesero no pudo evitar sorprenderse cuando le pedí mesa para uno. Rápidamente me trajo la carta, ante la cual no tardé mucho en decidirme: una sopa poblana (de elote, queso, rajas y hongos), una entrada de atún preparado de tres modos distintos y una copa de vino. De postre un "crocante de baileys" con helado de vainilla.

Paradójicamente, lo mejor de la caminata y cena a solas fue la compañía. Me encantó tener esas horas para mí. No tener que consultar con alguien qué hacer, ni esforzarme en buscar temas de conversación. Alzar la voz en silencio.
Saborear mi comida sin interrupciones. Sonreir hacia adentro y sin mover los labios. Disfrutarme.

Pd. En cierta medida, he mentido. No estuve sola. Me acompañó mi madre, que platicó conmigo a través del libro que estoy leyendo, que era suyo: "Se está haciendo cada vez más tarde", de Antonio Tabucchi. Y es que leer algo previamente subrayado o comentado por ella es como estar juntas. Es estar juntas: ver lo que pensó en ese momento, y compararlo con lo que pienso yo. Es saber cómo la hizo sentir una frase, una palabra, y descubrir que ésta tuvo el mismo efecto en mí. Es compartir el vino con ella, la risa, el pan, la melancolía. Es sentirme extrañamente acompañada por la persona más cercana a mí, de la que ahora me separa la muerte. Es saber que esa muerte no es suficiente para separarnos, y suspirar con alivio mientras camino lenta, tranquilamente de regreso al hotel.

4 comentarios:

Lourdes dijo...

Isa! Espero que bueno que te fue increíble. Mucha suerte en todo lo que estás haciendo. . . un beso.

Anónimo dijo...

esa emociónlevantapelitos de leer lo subrayado por alguien a quien quieres es la onda (debe serlo más cuando la noche para uno mismo deja de serlo y cuando descubres que no necesitas escuchar su voz para oirla hablarte). te quiero

Anónimo dijo...

(soy yo). ah, por cierto, me gusta harto la foto

..MaR.. dijo...

Hola Hola, sé que no me tocó conocer tanto a tu mamá como, obviamente, tù, pero algo que me ha parecido muy interesante de los ya 3 libros que he leido de ella ha sido justamente las cosas que ha subrayado. Es muy diferente a ver lo subrayado de un libro en la biblioteca, sin nombre, a imaginarme a alguien y no sólo a tu mamá subrayando y pensando en ello, sino en CuAnDo (debido a que tengo libros entre los 70's y los 00's). Gracias por los libros. Abrazos.

comensales

gepda

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