24.7.12

Montauk

Fuimos a Montauk la semana pasada. 
El lugar me gusta porque tiene un faro muy viejo y el agua está tan fría que casi no hay gente en la playa.


En el mapa Montauk se ve así. Es la punta Este de Long Island, el extremo derecho de Nueva York. Después de Montauk no hay nada.


 En la playa de Montauk hay muchas cosas a las que me gusta tomarles foto. Eso estuve haciendo durante una hora. La primera foto que tomé fue de esta florecita amarilla que está creciendo en la arena.


 Después encontré una taza de café desechable. Después de tomar la foto tiré la taza a la basura.


 Luego encontré un guante muy azul junto a las plantas. Ése no lo tiré a la basura.


 Estuve viendo a una gaviota durante un rato. Le tomé varias fotos, pero ninguna fue interesante. Ésta es la caca fresca de la gaviota.


 También vimos un conejo


 y unos pajaritos peleándose por una galleta.


No sé cuándo pueda volver a Montauk, pero esta vez compré una postal del faro para tenerla siempre conmigo.


18.7.12

Consejo básico #1

'We should not always say everything: that would be stupid; but what we do say must be what we think: to do otherwise is wicked.' 
– Montaigne

9.7.12

La sensación de algo que se aleja



No existe una palabra para cuando sales caminando del supermercado
con una botella de un galón de leche en una bolsa de plástico
que debió ser embolsada en doble capa

de tal manera que incluso antes de que pongas un pie afuera
ya sientes el peso de la botella jalando
la bolsa hacia abajo, estirando las delgadas

asas de plástico más y más
y sabes que es sólo cuestión de tiempo
para que el fondo se desgarre repentinamente.

No hay una palabra perfecta
para la vaga sensación de algo
que se aleja

al exceder su capacidad elástica.
Y es una lástima porque sería ésa la palabra
que me gustaría usar para describir estar parado en la calle

conversando con un viejo amigo
mientras crece en mí la conciencia de que
ha dejado de ser un amigo para ser solamente un conocido,

una persona con la cual nunca había compartido un esfuerzo –
hasta el momento en que, mientras nos despedimos
creo que compartimos una sensación de alivio,

el reconocimiento de que hemos alcanzado
el final de una pretensión.
Aunque para ser sincero

en lo que realmente estoy pensando
es en mi gratitud por el lenguaje
cómo llega hasta cierto punto: no más allá,

cómo hay algunos huecos que no cubre,
cómo se mueve, si no al interior, entonces
alrededor de la circunferencia de casi cualquier cosa –

cómo, a lo largo de los años, me ha devuelto
todas las horas y todos los días, todo el
laborioso amor y la fe, todos los

malentendidos y secretos
que de buena gana he vertido en él.

- Tony Hoagland, There is no WordTraducción mía.

4.7.12

No me aguanté

Me había resistido durante meses a escribir algo sobre las elecciones. Primero porque no estaba completamente segura de qué pensaba: no quería votar por lo que Peña Nieto simboliza pero tampoco estaba dispuesta a apoyar a un partido de derecha o a una izquierda tan chafa y desorganizada como la que representa, en mi opinión, Andrés Manuel. En fin, no quería votar por ninguno de los tres y la opción de anular me parecía irresponsable (y bueno, al candidato cuadro ni quien lo pele).

Luego vinieron los debates y las campañas y al final me decidí por Andrés Manuel, que no me parece un gran candidato ni me inspira demasiada confianza pero representaba la opción menos mala y la única viable para evitar que ganara Peña Nieto. Lamentablemente, Andrés Manuel perdió. La ventaja de Peña Nieto fue contundente. Sí: hubo cochinadas de parte del PRI, pero también hay gente pensante que, por convicción, le dio su voto a Peña Nieto. Negar esto es olvidar que hay un país fuera de la Ciudad de México.

Para aclarar las irregularidades, está muy bien que Andrés Manuel utilice las vias legales. Hacerlo no sólo es su derecho, es su obligación porque nos permite establecer sanciones serias para los partidos que hayan violado la ley. Eso fortalece nuestra democracia y nos beneficia A TODOS.

Lo que me ha alarmado y entristecido los últimos días es el tono que ha adquirido la discusión, particularmente (pero no sólo) en tuiter y otras redes sociales. La política no es, en mi opinión, un asunto de héroes y villanos. No dudo que haya habido casillas con irregularidades, pero eso no debe hacernos perder de vista la importancia del trabajo que hace el IFE y el logro que representa su existencia.

Otra cosa: durante estos meses he visto un montón de amistades lastimadas por asuntos políticos. Peor, he visto cómo personas han dejado de lado todo lo demás (cariño, confianza, experiencias compartidas) a cambio de nada. DE NADA. Para mí es triste pensar que gente inteligente y valiosa – que además está, en lo básico, del mismo lado – se insulte y pelee por notitas de 140 caracteres sin siquiera detenerse a pensar qué es lo que la otra persona realmente quiere decir, sin una conversación real de por medio.

Ojalá que el despertar social que se vivió entre los jóvenes durante el final de las campañas sirva para algo más que rantear en tuiter y llamarle pendejo a cualquier persona que opine diferente a nosotros. En una democacia la pluralidad de opiniones no sólo enriquece el debate, también hace posible la construcción de consensos indispensables para crear gobiernos exitosos. El movimiento que se ha generado, afortunadamente, supera a AMLO y para ser parte de él no es necesario pensar que el tipo es un ángel caído del cielo y que Peña Nieto es el diablo encarnado: ambos son producto del sistema político que queremos cambiar.  Para ser una generación REALMENTE diferente necesitamos organizarnos para vigilar de cerca al gobierno de Peña Nieto y para ayudar a seguir construyendo  una izquierda autocrítica, responsable e incluyente; una izquierda de la cuál pueda surgir un candidato en el que más gente confíe. Un candidato para el 2018.

comensales

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