21.2.11

hoy a las cinco de la mañana

recorrí las siete cuadras que hay entre mi casa y el metro. nevaba quedito, como si dios hubiera querido tender sobre el mundo una alfombra para alonso y para mí. las maletas dejaron marcadas sus ruedas en la delgada capa de nieve que había en la banqueta. luego de vuelta estaba sola y tomé un camino más largo: diez minutos de calles vacías enmarcadas en el cielo rosanaranjado que las madrugadas de esta ciudad tienen cuando está nevando. estoy segura que estaba caminando desde el fin del mundo o hacia él.

cuando pasé de regreso nuestras huellas ya se habían borrado.

17.2.11

nebulosa

¡día, redondo día,
luminosa naranja de veinticuatro gajos,
todos atravesados por una misma y amarilla dulzura!
- himno entre ruinas, octavio paz

¿sabías que la nebulosa ‘reloj de arena’
–la que parece un ojo gigantesco
estampado en el universo–
en realidad es la huella de una estrella moribunda?

en 1996, el telescopio espacial hubble tomó una imagen en la que aparecen dos anillos incendiados que se enlazan alrededor de un iris verde azul rosado con una pequeña pupila negrísima en el centro (una estrella gigante roja cientos de veces más grande que el sol).

a
ocho
mil
años
luz
(no te esfuerces: hay distancias que no caben en nuestro entendimiento)
esa mirada convierte de golpe
la impenetrable grandeza celestial
en algo posible
manso
redondo
en un acertijo con respuesta
como si eso fuera realizable.

pensar en el ‘reloj de arena’
como el amasijo de gases y polvo cósmico que es
(una nebulosa vacía de dios y de ojo que nos mire)
es cubrir con una manta oscura lo que somos

álamos, insomnio, tendones, apego, desiertos, carne, espuma, sangre, relámpagos, lenguaje, pérdidas, trenes, álgebra, pezuñas, vergüenza, ataúdes, biblias, antifaces, fronteras, burocracia, terror, costas, imperios.

olvidar que el día es al fin una
luminosa naranja de veinticuatro gajos.

comensales

gepda

gepda
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