29.2.12

retrato de adolescente con madre psicoanalista

la primera vez que mi mamá me habló de freud yo tenía catorce años. todo empezó porque mis papás pelearon sobre algo que tenía que ver con dinero. unos días más tarde, yo tiré una tarjeta de débito que me había dado mi papá a la basura. lo hice sin querer. vamos, ni siquiera recordaba haberlo hecho. cuando me di cuenta de que la tarjeta no estaba me asusté muchísimo. luego mi mamá la encontró en el basurero e intenté explicárselo: 'perdóname, no la tiré a propósito, por favor no le digas a mi papá'. ella me dijo que no había tal cosa: todo lo hacemos o decimos por alguna razón y el secreto está en hurgar con la suficiente profundidad como para encontrarla. después cortó la tarjeta y le llamó a mi papá para decirle que era mejor idea que me siguieran dando el dinero de la semana en efectivo.

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el viernes por la noche tiré mi cajita de lexapro a la basura. sin querer. lo bueno es que llevo la voz de mi mamá por dentro.

24.2.12

quince buenos momentos

1. echar mi camiseta sudada a la ropa sucia después de hacer ejercicio.
2. poder gastarme las moneditas de a penny que traigo en la cartera.
3. usar el último chorrito de shampoo. estrenar uno nuevo.
4. la mordida en que me doy cuenta que una manzana es especialmente rica y crujiente.
5. recibir una carta o postal en el correo.
6. exprimir un grano de puntita negra.
7. descubrir un billete en mi cartera que no había visto.
8. terminar un libro, esocoger el nuevo.
9. el tronido de mi pierna izquierda cuando me estiro de cierta manera.
10. cuando un barniz de uñas pinta bien a la primera pasada.
11. despertar en la madrugada y dame cuenta de que puedo dormir dos horas más.
12. el primer trago de té negro en la mañana.
13. cuando me vuelve a quedar ropa que me apretaba.
14. ponerme algo que recién haya salido de la secadora.
15. la bienvenida que dan los perros.

20.2.12

segundo cuaderno

te lo confieso a ti,

porque no te conozco ni me conoces.

a ti, que ignoras mi procedencia,

el mapa de mis rasgos faciales y el paso ligero

de mis raíces sin rumbo.

{francisco hernández, diario sin fechas de charles b. waite}


yo no estaba buscando salvarme. buscaba –eso sí– encontrar consuelo en los cuadernos en blanco. el consuelo de una historia que está por escribirse, como si hubiera en ella una isabel siempre a punto de comenzar.

*

llevo varios días llorando. amanezco adolorida y con los ojos hinchados, limpios. el llanto es un río que empieza quedito en los dedos de los pies, un río delgado y quieto que se va revolviendo al subir por mis piernas, toma fuerza en mi estómago. un río agitado en mi pecho.

movimiento.

eso: el llanto es el caudal de un río imposible de detener.

*

el arte está en dar lo que no tienes. en el regalo de las manos vacías.[1]

*

dentro del agua soy un paisaje de remolinos que empiezan una madrugada de abril de 1984 y terminan veintitrés años después frente a una cama de hospital. luego vuelven a empezar y a terminar y a empezar y a terminar hasta que todo se revuelve y ruge y se levanta en una ola furiosa que destruye el puerto.

*

bolaño dijo en alguna entrevista que había sido feliz casi todos los días de su vida, al menos durante un momento, incluso en las circunstancias más adversas. si pudiera escoger una virtud sería algo parecido a eso.

*

hoy podría decir que me duele el corazón de tristeza, pero sería falso y prefiero no involucrar al corazón en falsedades.[2]

*

me despertó tu mensaje en el celular:

no puedo creer la suerte, el increíble y brillante lance de dados de dios o del destino o del azar que resultó en que hoy por la noche vaya a dormir contigo.

*

hace unos días estábamos juntos, casi felices. en cambio mira cómo me desangro ahora en este cuarto de hotel. yo te amaba porque conocía el ángulo exacto de tu nariz, la suave curvatura de tu espalda, porque tu olor me resultaba familiar y tu voz me arrullaba hasta quedarme dormida. ahora estoy sola, mucho más sola que antes por haberte conocido.

*

anoche mi sueño fue una película. en ella habías muerto hacía unos pocos días y caminábamos en un parque de diversiones. íbamos tomados de la mano, comiendo algo, hablando sobre tu viaje a brasil. de repente un dolor, una certeza: alonso está muerto. en cascada me vinieron todos los recuerdos: tú en un coche negro que se accidentaba en la carretera, la llamada del hospital en la madrugada, tu cuerpo herido, flor y yo llorando juntas en el funeral. me quedaba mirándote y te decía por qué no me dijiste nada? y tú, apenado pensé que sabías. me daba cuenta entonces que todo –todo!– me lo había imaginado. cuando volteaba a buscarte habías desaparecido.

*

otro sueño:

estamos en puerto vallarta. mi mamá trajo sus cuarzos desde el df para poderlos mojar en el mar. los pone en una bolsita de tela verde y en ella los mete al agua. después paseamos por la playa, vemos el amanecer desde la palapa, nos metemos a nadar. antes de subir al departamento deja la bolsa verde a un lado y empieza a cavar un agujero en la arena. después toma la bolsa entre sus manos, se entierra en él y me pide que arroje arena sobre su cuerpo hasta que deje de respirar.

*

la muerte de mi madre me convirtió en hachiko, el perro fiel. llevo cinco años esperándola en la estación.

*

este cuaderno se calla demasiado.

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[1] anna kamienska.

[2] ricardo castillo

comensales

gepda

gepda
adopta, no compres!