9.7.09

a veces sueño despierta

Supongo que al confesarlo así, con esas palabras, corro el riesgo de ser encasillada en un tipo de persona que no creo ser (o que quizá he sido pero no soy más): idealista, vestida de rosa, segura que puedo cambiar situaciones con mi pura voluntad laberíntica.

Este encasillamiento se desvanece si les cuento cuáles son las imágenes, las ideas que me vienen a la mente en dichos "sueños". Cuando mi madre estaba en el peor momento de su enfermedad, por ejemplo, soñaba con su muerte. La imaginaba, en el sentido literal de la palabra. Construía imágenes que representaran lo que ocurriría en ese momento. Dibujaba mentalmente su cara vacía, sin expresión, su cuerpo ajeno y desconocido. Me pensaba despertando sin ella, con el resto de una vida por delante que no me interesaba si sus ojos no estaban para verla y aprobarla. Intentaba adivinar qué sentiría, de qué manera se moverían mis brazos, cuántos centímetros, metros, kilómetros de distancia cabrían entre mi honda tristeza y los torpes cariños a los que tendría que enfrentarme durante esos días (muchos de los cuales duraron sólo los treinta segundos del pésame dado).

Cuando era niña/puberta pensaba insistentemente en un árbol grande, frondoso, cayendo. Es fácil asociarlo con la caída de ciertas certezas de la infancia, con el derrumbe de las ideas que le daban forma y sentido a mi estúpida inocencia: el descompuesto amor de mi padres, la ausencia sabor a ate de mi abuelo, un cuerpo que me traicionaba con sus cambios poco armónicos, absurdos. También pensaba en comida podrida, manzanas o pedazos de queso cubiertos de hongos, malolientes recuerdos del tiempo que transcurre sin remedio. No podía dormir porque tenía atornillada la idea de que un par de maleantes entrarían por la ventana y nos matarían a mis hermanos, a mi madre y a mí. Yo sabía dónde había una pistola, pero no podía hacer nada para evitar la masacre. Interpretaciones: la ausencia del padre, la maldita sensación de vulnerabilidad que siempre me ha acompañado, la culpa.

Últimamente me viene a la mente, al menos una vez al día, mi propia caída. Me veo cayendo en un cubo de escaleras, rodeada de paredes de piedra antiguas. Imagino el momento, mi cara lastimada, algún hilo de sangre bajando por el escalón. Una pierna, alguno de mis brazos rotos, mi labio inferior estallando en tonos imposibles de morado. En mi "sueño" me tardo un segundo en reaccionar tras la caída.
Qué pendeja, pienso, sabía que esto me iba a pasar y no pude evitarlo. Por ahora no quiero empezar a pensar qué significa.

1 comentario:

Friend dijo...

uno se cae sólo para volverse a poner de pie

http://www.youtube.com/watch?v=_4cxhNGV7q8

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