
Ya nadie me quita la tristeza, el desencanto, las horas melancólicas de los domingos sin ella. Las ramas de su ausencia me crecen por dentro, tercas y espinosas. Persiguen la luz. (No me sorprendería encontrar, alguna mañana soleada, un par de hojas verde claro entre las sábanas.)
Voy hacia ella como navega una embarcación a media tormenta, mi brújula en manos de algún monstruo marino. Como guía me queda su humor agridulce, el mal hábito del café en ayunas, la fascinación ante los laberintos del alma humana.
Mi madre y sus hechizos medievales, mi madre y sus largos collares, mi madre y su lenta despedida. Mi madre: cinzano frío, guerrera cósmica, eterna flor de Jacaranda. Miro sus fotos / algo en mí sangra.
1 comentario:
Bellisimo.
Publicar un comentario