Para Auxilio Lacouture, cuando uno está feliz o presiente que la felicidad está cerca, se mira en los espejos sin ninguna reserva. Es más, cuando uno está feliz o se siente predestinada a la experiencia de la felicidad, tiende a bajar las defensas y a aceptar los espejos.
Hay días en que me siento predestinada a la experiencia de felicidad. Supongo que a todos nos pasa, porque la vida es justamente eso: el tránsito -a veces repentino- entre un estado de ánimo y otro. Para mí, la vida se esconde, mejor dicho se muestra, en el punto entre el baño y el desayuno en el que me miro al espejo y me descubro en el reflejo, en el ángulo que mi brazo busca al dormir o en el último bocado de pan con miel de mi desayuno, que siempre es el que más disfruto.
Hay días en que me siento predestinada a la experiencia de felicidad. Supongo que a todos nos pasa, porque la vida es justamente eso: el tránsito -a veces repentino- entre un estado de ánimo y otro. Para mí, la vida se esconde, mejor dicho se muestra, en el punto entre el baño y el desayuno en el que me miro al espejo y me descubro en el reflejo, en el ángulo que mi brazo busca al dormir o en el último bocado de pan con miel de mi desayuno, que siempre es el que más disfruto.
1 comentario:
Disto mucho de ser una luz prendida, a veces, me "arto" de la luz. La historia de Auxilio Lacouture, bien podría ser la antesala de Amberes, ciudad - dicho sea de paso - posee cierta magia.
Amuleto no sólo es magistral, es un puente, ¿hacia dónde? Contestaré con un título de Kundera: La vida está en otra parte.
Quiero pensar que el buró, pronto viajará a Amberes...
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