Lo que más odio es que se me metan en los tenis. Tampoco me gusta el look que otorgan a quienes los usan. Me choca cuando se empiezan a poner viejos, con bolitas o amarillos. Por si esto fuera poco, apenas decido usarlos surge el conocido dilema del color: ¿blancos o beige? ¿Negros o azul marino?
Entiendo que hay ocasiones en que son un mal necesario. Para jugar tenis, por ejemplo. O cuando, estando de viaje, camino durante horas. A lo largo de mi vida sin ellos, muchos han criticado duramente su ausencia. Que si te sudan los pies, que si wácala, que la manga del muerto. Me da igual, porque estoy convencida que hay zapatos que no pueden portarse dignamente con calcetines.
Entiendo que hay ocasiones en que son un mal necesario. Para jugar tenis, por ejemplo. O cuando, estando de viaje, camino durante horas. A lo largo de mi vida sin ellos, muchos han criticado duramente su ausencia. Que si te sudan los pies, que si wácala, que la manga del muerto. Me da igual, porque estoy convencida que hay zapatos que no pueden portarse dignamente con calcetines.
2 comentarios:
¿De qué rayos estás hablando? Lo de los pies sudorosos y apestos se remedia con talco o spray pero, ¿dónde queda entonces el detalle de distinción?
odio los calcetines!
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