26.5.09

Meet Maipy

"The best mirror is an old friend."
--George Herbert

Cuando la conocí, era fan de Space Jam y se la pasaba intentando meter una pelotita naranja en un mini-aro de basket que estaba en una de las paredes de su cuarto. En aquellos tiempos yo era Peppy Hare y ella Falco Lombardi. Pasábamos las tardes jugando Star Fox, espiro o futbol. Además, estábamos juntas en el equipo de basket (donde obvio yo era la estrella) y en laboratorio de algo (no me acuerdo qué) con el profesor gerardo que nos hacía llevar ojos de res para abrirlos. Ahí inventamos un amigo, Pepón Jorobas Nobas, que me regaló las horas de carcajadas más largas que he tenido en mi vida. Hacíamos noches de cuentos de espanto y pizzas en una tienda de campaña en su jardín, veíamos películas, fuimos a la playa, me regaló una perrita hiperactiva.
Todo empezó así, y hoy lleva quince años conmigo, silenciosa y platicona, imprudente y atinada, de lejos, de cerca o de cerquitita. Tiene la mejor manera de bailar que mis ojos han visto. En su cuarto hay demasiada ropa que no usa y de la que no quiere deshacerse. Su colección de muñecos de peluche me entristece. Le intriga el chocoflan. Tiene chingos de películas que a veces me presta. Toca la guitarra y el piano. Nos contamos todo. Es una gran diseñadora. Recientemente vive sola, aunque sigue robando jabón para la ropa y topers con picadillo de casa de sus papás. Tiene una playera con un dibujo que se parece a ella.
El 16 de abril de hace dos años, la llamé con una daga atravesada en la garganta, con el estómago lleno de piedras. "Ya se fue", le dije, y ella me regaló sus lágrimas silenciosas. No se me olvida.
Como ese, ha tenido otros detalles que me han marcado, y de los que probablemente ni siquiera se haya dado cuenta.
Los años la han convertido en mi espejo, en mi hermana. No me imagino la vida sin ella. Suena romántico, probablemente lo es.

22.5.09

Goodbye polaroid?

Fuera de trucos como éste, hoy es casi imposible tener una foto polaroid como la de arriba. Los rollos dejaron de venderse este año, y los pocos que quedan se están agotando como pan caliente. El avance de la tecnología está terminando inexorablemente con estas imágenes instantáneas, mientras los nostálgicos lamentamos su desaparición.
Hace algunos meses, me entró la idea de conseguir una Polaroid. Pregunté por varios lugares, pero los aparatos eran demasiado caros, los rollos imposibles de conseguir. Finalmente un amigo, que, por razones desconocidas para mí, hace algunos meses me dejó de hablar, me prestó su cámara y yo conseguí algunos rollos en una tienda perdida de Princeton, NJ.
Fue entonces cuando decidí fotografiar a algunos mis amigos más queridos. Digo algunos porque no pude cumplir mi objetivo: alrededor de diez fotos se velaron por fallas mecánicas de la cámara, otras simplemente las arruiné yo. En esta serie no están varias de las personas más cercanas a mí, por ejemplo Maite, Andrea, Elisa o Grande. Ni hablar, tendré que recorrer más calles del centro, preguntar a más personas, hacer algo para poder tener diez fotos más que me permitan terminar con esto. Mientras tanto, hoy empiezo a publicar en el Garage algunas de las fotos que ya tengo. Ojalá las disfruten.

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en mi sueño era una niña con conciencia adulta. estaba atrapada en un cuerpo infantil -ese que fue mío- pero entendía las cosas con los 25 años que tengo.
(no sé si fue una pesadilla)

19.5.09

El problema del clima

melancolía.

(Del lat. melancholĭa, y este del gr. μελαγχολία, bilis negra).

1. f. Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada.

2. f. Med. Monomanía en que dominan las afecciones morales tristes.

3. f. ant. Bilis negra o atrabilis.


14.5.09

Sexto y último rincón favorito: la tinta como trampa

Se me antoja caer en una trampa.
Se me antoja escribir que se me antoja
caer en una trampa.
Si no es una trampa, escribir es,
al menos, una caída al pie de la letra.
Francisco Hernández

Comparto plenamente este antojo. Se me antoja el lugar común de la tinta sobre la hoja de papel blanco, del libro con anotaciones en letra cursiva al margen, del café que se enfría mientras pienso en la palabra que completa el verso, del poeta que escribe porque dejar de hacerlo lo asfixia.
Hay pocas certezas en la vida, y ésta es una de las mías: allí dónde estén mis libros, mis cuadernos, mis peces, ese será mi rincón favorito.

8.5.09

Rincón favorito 5: amor de marinero

(...) acaso te he perdido con saberte,
y acaso estás aquí, de pronto inmóvil,
tierra que me acogió de noche náufrago
y que al alba descubro isla desierta y árida;
y me voy por tu orilla, pensativo, y no encuentro
el litoral ni el nombre que te deseaba en la tormenta. (...)
-Gilberto Owen

"Me gustan los barcos", fue lo primero que te dije, y tu pareciste no escuchar. Asentiste con la cabeza, creo, sin prestarme demasiada atención (y digo "creo" porque mi mente también estaba lejos, muchos metros mar adentro). Tal vez no entendiste lo que te decía, o quizá -y esto es más probable- lo entendiste anticipadamente y de manera trágicamente clara.
Yo te deseaba un nombre en la tormenta
, lo hice desde aquel primer momento y hasta la tarde en que decidimos trazar nuestro amor como horizonte. "Te prefiero sin tiempo, alejándote al mismo ritmo en que yo me acerco", me dijiste, "mejor abrazarte de lejos y en silencio, aunque no te enteres". Y a mí no me gustan esos abrazos.
Compré este barquito de metal en un viaje que hice hace tiempo, muchos meses después de aquel día. Me recordó a ti, ¿alguna vez te lo dije?
Te lo digo ahora, esta vez desde mi orilla de arenas blancas y aguas templadas: este barquito me recuerdan a ti, a ti que amas con amor de marinero. Han pasado meses, años, pero tu ausencia sigue siendo mi naufragio favorito.

¿es o se parece?



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